lunes, 5 de julio de 2010

CONCIERTO DE PACO DE LUCÍA


Paco De Lucía.
Veranos de la Villa 2010
Escenario Puerta del Ángel (Madrid)
30/06/10

Ni la huelga de metro, ni el mundial de fútbol, ni las tormentas veraniegas impidieron que el escenario de Puerta del Ángel colgara el cartel de localidades agotadas los dos días que Madrid recibió al maestro de Algeciras. Y es que hacía mucho tiempo que el hombre que revolucionó el flamenco junto a Camarón no se dejaba caer por estos lares.
Paco De Lucía es, y reconozco que es una aseveración lo que voy a decir y por lo tanto discutible, el mejor músico de nuestro país sin género de duda. Nadie como él ensalza y encarna el mayor legado musical que tenemos, y que a veces no recibe el apoyo y la consideración que merece, que es el flamenco. Ver a Paco De Lucía en directo es asistir a un acontecimiento musical de altas esferas. Es deleitarse con una leyenda viva y una de las figuras musicales más importantes del siglo pasado y del actual, ya que los límites de exploración del artista andaluz no se han visto mermados con el paso de los años. Muchos artistas, habiendo alcanzado la grandeza del de Algeciras caen en el conformismo del rédito obtenido para vivir de las rentas, pero Paco no, y así lo demostró tanto en su último disco Cositas Buenas (Universal 2003) así como en los conciertos que ofrece. Mezclando toque, cante y baile, De Lucía y los suyos ponen en escena un espectáculo que pone de manifiesto toda la grandeza, riqueza y universalidad del flamenco en todas sus vertientes. Y como Paco es el más grande, se rodea, para gozo y disfrute del respetable, de parte de la plana más grande del género. Llevando el ritmo milimétrico de cualquier palo: Israel Suárez “El Piraña”, percusionista que se rifan las figuras más ilustres y que, a pesar de su juventud, ostenta un currículo de colaboraciones y grabaciones envidiable. Al bajo, con permiso de Carles Benavent que ha sido el bajista que creó el estilo y el sonido del bajo flamenco, lleva consigo a Alain Pérez, un hombre que ha hecho del bajo, como ya hizo el mencionado Benavent, un instrumento más de cuerda dentro del grupo y no un simple sustento rítmico. Al cante estuvieron Javier de Jacoba, un joven cantaor de voz y timbre de carácter más estándar, y Duquende, que con un tono vocal más agudo de lo que los patrones clásicos marcan, se ha colocado como uno de los máximos baluartes del cante. En el baile, Antonio Fernández Montoya “El Farruco” supo arrancar más de una ovación a base de poderío, ritmo y bravura, dejando patente que las nuevas generaciones de bailaores están ya a la altura de los mejores. En la segunda guitarra Luis Sánchez se marcó una deliciosa llamada-respuesta con el mismísimo Paco; y en la armónica estuvo Antonio Serrano, un músico que ha sido capaz de hacer de un instrumento tan poco flamenco a priori, una pieza más del cuadro. Habrá que seguir muy de cerca la evolución y progresión de este armonicista que, a pesar de contar ya con una reputación notable, sigue creciendo y alcanzando cota muy altas.
Con semejantes plantel, espectáculo, puesta en escena y calidad de todos ellos, no es extraño que el silencio casi sepulcral se apoderase del patio de butacas las dos horas que duró el concierto. Es tal el respeto, la admiración y la conciencia de saber que uno está viviendo algo inolvidable que, hasta los momentos de júbilo y exaltación, se vivieron de forma moderada y sigilosa no fuera a ser que se perdiera alguna nota entre el alboroto.
No puedo acabar esta reseña si no es parafraseando la inmortal canción de Violeta Parra: “Gracias a la vida, que me ha dado a Paco…”.// Publicado en la revista digital B!ritmos (http://www.b-ritmos.com/) por Bruno Freire León

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